Por Vaticano
En su reflexión previa al rezo de la oración
del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, este 4 de agosto, el santo padre indicó
que “las cosas materiales no llenan la vida: solo el amor lo puede hacer. Y
para que eso suceda el camino a seguir es el de la caridad, que no se guarda
nada para sí, sino que lo comparte todo”.
Al comentar el Evangelio de este XVIII
Domingo del Tiempo Ordinario, el sumo pontífice dijo que la Palabra de Dios hoy
nos habla de Jesús, que después del milagro de los panes y los peces, invita a
la multitud que lo busca a reflexionar sobre lo que ha sucedido, para
comprender su significado.
“Habían comido ese alimento compartido y
habían podido ver cómo, incluso con pocos recursos, gracias a la generosidad y
a la valentía de un muchacho, que había puesto a disposición de los demás lo
que tenía, todos se habían alimentado hasta saciarse. La señal es clara: si
cada uno da a los demás lo que tiene, con la ayuda de Dios, incluso con poco,
todos pueden tener algo”.
Sin embargo, Francisco señaló que la multitud
no había entendido a Jesús; lo confundieron con una especie de ilusionista y
volvieron a buscarlo, esperando que repitiera el prodigio como si fuera una
especie de magia. A pesar de que fueron protagonistas de una experiencia
fundamental para su camino, no captaron su importancia. “Su atención se centró
solo en los panes y los peces, en los alimentos materiales, que se acabaron
inmediatamente, dejándolos todavía con hambre.
No se dieron cuenta de que aquello era solo
un instrumento, a través del cual el Padre, mientras saciaba su hambre, les
revelaba algo mucho más importante: el camino de la vida que dura para siempre
y el sabor del pan que sacia sin medida”.
A los miles de fieles y peregrinos que
escuchaban su catequesis en la Plaza de San Pedro, el obispo de Roma les dijo: “Jesús
es el verdadero pan que vino para llevarnos a la plena comunión con Dios y con
los hermanos”.
“El verdadero pan, en definitiva, era y es
Jesús, su Hijo amado hecho hombre, que vino a compartir nuestra pobreza para
guiarnos, a través de ella, al gozo de la comunión plena con Dios y con los
hermanos, en la entrega”. Ante esta constatación de que las cosas materiales no
llenan la vida, el santo padre indicó que solo el amor puede hacerlo, y para
ello el camino a seguir es el de la caridad, que no guarda nada para sí, sino
que lo comparte todo. Y puso como ejemplo el amor de los padres, que luchan
toda su vida por educar bien a sus hijos y dejarles algo para el futuro.
“¡Qué hermoso cuando este mensaje se entiende
y los niños están agradecidos y a su vez se apoyan unos a otros como hermanos!
¡Y qué triste, en cambio, cuando discuten sobre la herencia y tal vez no
vuelven a hablarse durante años! El mensaje del padre y de la madre, su legado
más preciado, no es el dinero, sino el amor con el que dan a sus hijos todo lo
que tienen, así como Dios lo hace con nosotros, y así nos enseñan a amar”.
Finalmente, antes de concluir su alocución,
el papa Francisco invocó a la Virgen María, que entregó a Jesús toda su vida,
para que nos enseñe a hacer de cada cosa un instrumento de amor, e invitó a hacernos
las siguientes preguntas que nos harán mucho bien: “¿Qué relación tengo con las
cosas materiales? ¿Soy esclavo de ellas o las uso libremente, como herramientas
para dar y recibir amor? ¿Sé decir “gracias” a Dios y a mis hermanos por los
dones recibidos y compartirlos con alegría?”.
@circuitosanjuan La impresionante Parroquia San Juan Bautista de San Juan Sacatepéquez durante la mañana de este domingo 6 de octubre.
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